Hace unos días, un amigo me comentó que al pasear por su patio, se encontró con un gato ya muerto al final del jardín, el pobre parecía que había ido a morir allí por la agradable tranquilidad que disfrutó tantas veces en su vida. Conocía el lugar.
Entonces, surgió la pregunta: ¿dónde lo boto?, me dijo. ¿Botarlo? No lo botes, déjalo ahí mismo y se descompondrá, así volverá a la tierra. Además, no es un objeto desechable, le dije.
Es cierto, las mascotas o animales de cría que hayan muerto y, dependiendo del tamaño, se pueden incorporar a nuestra pila de compostaje o a la compostera pequeña, o simplemente dejándolo en el jardín y procurando aplicar capas de otro material disponible en cualquier casa como hojas secas, compost ya preparado o paja, para ayudar a la transformación aeróbica, lo cual no genera olores notorios y además son aplacados por estas capas de material mencionadas. Igualmente esta recomendación se aplica a composteras de exterior, no las de departamentos o loggias.
Una vez que esté listo el compost, lo iremos usando según lo que necesitemos y seguramente irán apareciendo huesitos o trozos de ellos que no han sigo transformados. Bueno, los puedes apartar y si te animas, machácalos para incorporarlos igualmente a tu jardín, ya que sigue siendo material orgánico y es muy bienvenido en el sustrato natural.